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Viene de aquí]

¡Preparado para pastar por Madrid!
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Nota: No hay ningún tipo de objetividad en esta serie de posts donde estoy recopilando mis impresiones personales de la
JMJ. Pero quizá esta entrega sea la menos objetiva de todas. Hablo de mis impresiones generales con los peregrinos, con los que he tenido una intensa relación indirecta durante toda la semana. Me he topado con miles de ellos y nunca he perdido la ocasión de acercarme lo suficiente como para hacerme una pequeña idea de sus impresiones. Mi excesiva vergüenza me impidió entablar una conversación, algo que muchas veces me habría gustado. Llamadlo documentación, llamadlo enfermedad. Tengo incluso algún amigo que ha asistido a las jornadas pero todavía no he podido contrastar impresiones, algo que le hubiera venido muy bien al post y que seguramente lo hubiera hecho muy distinto. Gran parte de estas líneas carecen por tanto de peso, cada uno habrá tenido una experiencia distinta que contradiga lo que digo (que es bastante genérico por otra parte). Aquí va mi visión de las cosas.]
- “Se nota, se siente, Cristo está presente”: Personalmente, me han molestado los peregrinos. Me han molestado en el sentido de que han alterado el transcurrir normal de mi semana. Hay que entender una cosa que puede parecer un poco estúpida, pero os aseguro que no lo es. Agosto es un mes muy particular en Madrid. El sentimiento de amor-odio que genera la ciudad en sus habitantes durante el resto del año adquiere en verano su punto de inflexión. No sólo es sano sino que es casi obligatorio desconectar durante unos días de la peor parte que ofrece la capital, de sus atascos humanos, estreses, abarrotamientos y demás maravillas de la vida moderna. Y agosto es el mes prefijado en el calendario para huir. Es casi una fecha "establecida" como lo es la Semana Santa o las Navidades y podemos trazar incluso una línea divisoria: madrileños que (¡afortunados!) se van y madrileños que se quedan. No conozco absolutamente a nadie del segundo grupo que se quede aquí por placer. Siempre es por trabajo o por obligación. Todo esto os puede sonar a coña y os puede parecer un argumento de chichinabo pero el
Aquí no hay playa de Los Refrescos es un sentimiento grabado a fuego en el sentir madrileño. Sin embargo hay un aliciente, una luz al final del tunel para los desgraciados que nos quedamos: la ciudad se hace más accesible, menos agresiva, porque se vacía de gente estresada que va o viene del trabajo. El transporte público es un mundo aparte durante este mes, uno puede hacer algo tan sencillo como sentarse y disfrutar de una buena lectura mientras llega a su destino. Durante el resto del año la locura es la nota predominante: empujones, aglomeraciones, malas caras, trenes que se paran, trasbordos que se pierden, desesperación, histeria colectiva y ganas de matar. Casi todos los días paso unas 3 horas en el transporte público, sé de lo que hablo. Que a las 7 de la mañana tengas que dejar pasar un tren porque va hasta los topes y de ninguna manera puedes entrar no hace que empieces muy bien el día... Lo que quiero decir es que hay una asociación muy fuerte entre el mes de agosto y todo esto que os digo. Es algo así como un derecho adquirido. Que esto se rompa provoca una crispación que creo que es lógica.
Vuelvo a los peregrinos. Han tomado la ciudad. Miles de personas abarrotando transportes públicos, con el agravante de que justo este mes han subido el precio del billete sencillo del Metro mientras que ellos disfrutan de un descuento (relaciónese con el párrafo anterior). Agitando sus banderas y cantando a pleno pulmón, en cualquier parte en la que estén, consignas como la que titula este punto. Han colapsado calles y parques, justo en la zona en la que trabajo (Nuevos Ministerios) instalaron una carpa en la que se reunieron para (según ponía en el panfleto) hablar de Cristo, beber bebidas no alcohólicas y escuchar pop amable (lo del pop amable lo pongo yo). Menos mal que la carpa (muy bien organizada, no como otras cosas…) no caía en el lado de mi ventana y por tanto no podía escuchar sus cánticos, no es muy agradable ser uno de los pocos idiotas de tu empresa que trabaja en agosto y tener que escuchar la cantinela del “Alabaré” durante toda la jornada. Por lo demás, el único altercado real que tuve fue el ser arroyado por una marea humana-peregrina al querer bajar en la estación de Leganés Central (hay que dejar salir antes de entrar…).
Tonterías, como podéis comprobar, minucias. Es absolutamente normal que un grupo tan grande de personas arme tanto bullicio y sea tan notorio. Están de vacaciones además, es su momento de celebración. En algunos momentos me recordaron a la hinchada de un equipo de fútbol, descontando el hecho de que esos cabestros me molestan más si cabe, puesto que además de ir borrachos casi siempre suelen dedicarse a destrozar mobiliario urbano gane su equipo o no (con el fútbol no tengo la más mínima consideración. Se siente.). De todas formas tampoco quiero ser un tiquismiquis, creo que el comportamiento general de la masa peregrina ha sido bastante correcto dadas las circunstancias (aunque uno no puede dejar de lado sus prejuicios más arraigados: los escandalosos italianos y los orgullosos franceses parecían dar la nota más que el resto). Entra dentro de la (su) normalidad que se pasen la noche cantando a la intemperie en el campo de fútbol del colegio público de turno donde hayan decidido acampar. Ahora, también es comprensible que si no te han dejado pegar ojo durante 3 noches seguidas no te caigan muy simpáticos… Lo veo exactamente igual que cuando España ganó el mundial (con su insufrible pasacalles/via crucis y la noche en vela que me tocó pasar con el griterío), o si tienes la suerte de que haya un concierto de Lady Gaga/Justin Bieber al lado de tu casa. Eso refuerza mi pensamiento de que todo esto, desde una óptica externa, no es más que un gigantesco evento POP.

España gana el mundial vs Benedicto nos hace una visitilla. Buscad las diferencias.
Como digo, las molestias que me han ocasionado (es un decir) son perfectamente asumibles y comprensibles. De hecho, relacionado con su tránsito por Madrid, hay otra cosa que me ha molestado mucho más. Una idea que empezó a fraguarse a principios de semana y que poco a poco fue tomando fuerza y forma conforme escuchaba conversaciones y los observaba con curiosidad analítica. El sentimiento y la sensación de que la organización era poco menos que lamentable, un runrún de fondo que iba creciendo como una bola de nieve… en boca de los propios organizadores.
Tal y como lo veo yo, a muchos grupos de peregrinos les han soltado la mochila y, ale, a pastar por Madrid. Estamos hablando de miles de personas sin rumbo fijo durante 5 días, descontando puntuales actividades como el Vía Crucis, lo del fin de semana o alguna que otra misa o concierto, a los que he comprobado reiteradamente que no sabían ni como llegar. Cuando observé las actividades previstas para cada día en la agenda que colgaron en el Cercanías me sorprendió lo raquítico del programa. Diría más, me ha parecido excesivo que tengan que estar aquí tantos días si el plato fuerte era ver a Su Santidad y eso no ocurría hasta el fin de semana.
Los he visto deambular como zombis por las calles, sobre todo por la mañana, sin saber muy bien a dónde ir ni qué hacer. Hay miles de cosas que hacer en Madrid (hay muchas tiendas de cómics, por ejemplo) y les dan una guía muy apañada (y un manga de Ratzinger también), pero me he hartado de ver grupos perdidísimos. Tampoco es que me den pena exactamente, que ellos están de vacaciones y yo no, pero, sin formar parte del evento, he sentido que la organización, o algunas pautas básicas que se podían haber dado (a los propios voluntarios, que muchas veces eran los más descolocados de todos), brillaba por su ausencia. Me he hartado además de ver peregrinos llorando porque les habían robado la cartera o la mochila. Es bastante chocante encontrarte en un mismo día varios grupos distintos de peregrinos, extranjeros todos ellos, pegar la oreja y comprobar que todos hablaban de la falta de seguridad en Madrid y de lo peligrosa que es la ciudad. Los carteristas y las gitanas del romero de Nuevos Ministerios (¡no se les escapaba ningún peregrino! ¡Se quedaban sin romero!) son los que realmente, y nunca mejor dicho, han hecho su agosto.
He pegado la oreja siempre que he podido y las mayores quejas por parte de los peregrinos se dirigían contra el hacinamiento en los lugares en los que se alojaban. Esta queja es peliaguda, están durmiendo gratis en edificios públicos, que es precisamente uno de los argumentos principales que se hace contra la
JMJ (a mí mismo me parece una tomadura de pelo y una vergüenza que puedan quedarse a dormir en colegios públicos por la cara). Pero también es verdad que un amigo mío me contaba que desde su ventana veía el patio del colegio que tenía enfrente lleno de sacos de dormir y esterillas (
“parecía un campo de concentración”) abarrotado de gente que tenía que turnarse para ducharse con una manguera... No quiero entrar a valorar este tema tampoco, entiendo que no vienen precisamente a un hotel de 5 estrellas sino a otras cosas, pero teniendo en cuenta la pasta gansa que le han dado a esa misma organización que les ha dejado… venga, lo digo… de la mano de Dios, pues…

[¡Demagogias las justas! Realmente pienso que esta imagen da buena cuenta de la diversidad de jóvenes que participan en estas jornadas. Y es graciosa... claro. (Foto de EFE, que luego decís que no cito las fuentes)]
El culmen de todo, la traca final, se produjo el sábado. Todo lo que he contado más arriba es asumible, gajes del oficio (¡demasiado que tienen alojamiento!) pero la organización del evento final ha sido la guinda de este pastel de la codicia (actualmente la Comunidad de Madrid está sacando pecho: 160 millones de euros de beneficios y contando… dicen).
Me refiero a las lamentables condiciones en las que hacinaron de cualquier manera al millón de personas que asistió a la homilía del Papa. El momento cumbre de estas jornadas y lo que nos dejan las imágenes es casi tan vergonzoso como los altercados del pasado miércoles. Una marea humana expuesta al castigador sol de agosto en una planicie en la que no había una sola carpa o tenderete que diera sombra. Miles de personas que no han podido acceder al recinto porque ya estaba hasta los topes (personas de la organización incluso: pegando la oreja a un grupo de organizadores a los que me extrañó ver en el tren este sábado a las 23:00, descubrí que desde las 18:00 habían cerrado las puertas del recinto y les habían dejado fuera. A unos organizadores, que encima pagan para ayudar al buen funcionamiento de todo esto...). Alrededor de 2.500 personas atendidas por los servicios sanitarios. Carpas que se caían. Para más inri, una fuerte tormenta convirtió la explanada de tierra en un lodazal en el que tenía que dar gusto pasar la noche. ¡El propio discurso del Papa tuvo que ser interrupido! Con menos casualidades se han interpretado señales divinas... Lo mejor, por qué no decirlo, la presencia en la sombra (en la sombra de las únicas carpas VIP existentes, las del escenario principal) de intachables y fervorosos cristianos como son
Emilio Botín y
José María Aznar, de férreos valores santos, católicos, apostólicos y cierra España. ¡Todo un ejemplo para la juventud actual! A ojos de Dios todos seremos iguales pero a ojos de la organización y de los mandamases de la Comunidad de Madrid, siempre habrá clases y clases.
¿Procede preguntar si alguien va a rendir cuentas de esta planificación desastrosa? ¿2.500 personas atendidas por los servicios sanitarios son suficientes para exigir responsabilidades? ¿Por qué ningún medio de comunicación señala, aunque sea para dar coba a su juego partidista, a algún culpable? Nuevamente me sorprende la falta de planificación. ¿No es esperable que a mediados de agosto, por la tarde y en la Capital del Reino puedan darse lipotimias debido a las, completamente esperables, altas temperaturas? ¿Esperaban un milagro acaso? No me malinterpretéis, por favor, en ningún momento insinuo que deberían haberse instalado carpas pagadas con dinero público, de hecho mi pregunta es más maliciosa. ¿El
contubernio no podría haber ejercido de buen samaritano? ¡Podrían haber puesto sus logos debajo de las lonas, oye!
Permitidme un último acceso de humor negro: si esto no es una prueba de fe, decidme qué lo es.
[Concluirá]