28/8/11

Miedo y asco con la JMJ. [Parte 5 de 5]

[Viene de aquí]

REFLEXIONES FINALES: 


1.- El miedo es el mensaje: No deja de apenarme que los árboles no nos hayan dejado ver el bosque. Se ha hablado muy poco del discurso del pontífice y de sus intenciones evangelizadoras que son (o eso entiendo al menos) la verdadera razón de ser de todo esto. Hubo cierta saturación informativa previa, sobre todo por parte de los medios contrarios a la visita que expusieron cierta “hoja de ruta” intencional; pero la actualidad fijó otros puntos de interés a lo largo de las jornadas. Finalizadas estas, no es fácil encontrar (ni tan siquiera entre los medios afines) un análisis razonado, una opinión, sea a favor sea en contra, de ese discurso TAN importante como para que más de 1 millón de jóvenes lo hayan esperado con tantas ganas.

El mensaje quedó sepultado bajo lipotimias, fervor religioso, coloristas peregrinos con sus banderas, ateístas carentes de educación, altercados diversos, brutales cargas policiales y acusaciones de patio de colegio en esta campaña política encubierta en pleno agosto. Un cocktail bastante agridulce, como todos sabéis. Los acontecimientos fueron adquiriendo un cariz que provocó que centráramos nuestra atención en la mochila, pero no en lo que llevaba dentro.

No creo que sea el más indicado para ofrecer una opinión acerca de ese mensaje, puesto que no formo parte del público objetivo al que va dirigido. No obstante también entiendo que este evento se ha desarrollado en el mismo plano de realidad en el que habito, y, además, trata materias que me interesan y me afectan directamente, lo que me da carta libre para exponer unas cuantas (siempre objetables) conclusiones.

Si no puedo considerarme cristiano mucho menos podré creer en una personalidad como el Papa, objeto, pese a todo el divino abolengo, de la mano del hombre. Y ya he dejado bastante claro en esta serie de post lo que pienso de la capacidad del ser humano cuando se organiza en grupitos. Dejar de creer en este personaje es fácil, se consigue leyendo Historia; en concreto, un buen punto para comenzar y entender el funcionamiento de esta Gran Corporación que pienso que es la Iglesia Católica son esas bulas papales que hacen y deshacen a su antojo el cotarro cuando les interesa. Empezar y tirar del hilo, creer en la institución eclesiástica o no creer, cuestionar; está al alcance de todos. Y no creo que documentarse sea algo dañino… Bajo mi punto de vista una persona adulta tiene, o debería tener, la capacidad suficiente para discernir entre la institución y el propio concepto de religión católica en sí, algo que entiendo además como profundamente personal. Algo que entiendo yo, claro, las consignas del amigo Ratzinger van en una dirección diametralmente opuesta.

En cualquier caso jamás será mi intención rebatir las ideas de nadie. Que cada cual cargue con su propia cruz. Entiendo y respeto a todos y cada uno de los peregrinos que han participado en estas Jornadas y siguen al pontífice como máximo representante en la Tierra de su Iglesia. Lo que encuentro fascinante y perturbador a partes iguales es la contradicción existente entre el mensaje de amor, paz y conciliación que aparentemente trae el Santo Padre y las intenciones que subyacen bajo el mismo. Las consignas que nos ha vuelto a brindar son las conocidas (y esperadas) por todos: la prohibición del uso del condón, el tema del matrimonio homosexual, el celibato, la abstención y el matrimonio bien entendido, la entrega de la vida en Cristo y por Cristo, etc.

Un mensaje de otra época… ¿verdad? Aunque su funcionamiento pueda confundir a muchos, la Iglesia Católica no es un club (no todavía). Yo no soy de los que reclaman su modernización porque me da absolutamente igual que permanezca congelada en el tiempo, en ese sentido y hasta por coherencia interna (algo que tantas veces les falta) ellos verán lo que hacen. Lo que me parece peligroso es que ciertas ideas pretendan cohabitar en una sociedad que debe sustentarse, mal que pese a muchos, en la heterogeneidad de pensamiento y en la tolerancia. Me parece ilógico criticar el acartonamiento de la institución: las reglas están escritas (¡y de qué manera!) para el que quiera aceptarlas. Para el que no… la respuesta es clara, más clara ahora que nunca. La ha especificado de forma cristalina Benedicto XVI en su discurso final. “Sin Iglesia, no hay Cristo”. Un alegato a no hacer lo que tan alegre e inocentemente han hecho muchos, algo que me parece básico e inherente al ser humano: cuestionar. Hace siglos el miedo eran las puertas del infierno. Hoy lo son las mentes pensantes y la gran estrategia de la Iglesia Católica en el siglo XXI para no perder fieles es invalidar cualquier tipo de interpretación que se haga “por libre”. Pese a la infalibilidad pontificia, me parece cuanto menos sospechosa (y no carente de cierta malicia) tal intención.

Invitaría a cada uno a sacar sus propias conclusiones, pero no se cuanto hay de blasfemo y ofensivo en ello… De todas formas este punto podéis cuestionarlo y omitirlo como os venga en gana. Lo que realmente me preocupa es esto:

2.- Ese viejo conocido: Tuvimos un invitado de excepción en los eventos acontecidos la noche del miércoles 17 de agosto. Un invitado que también estuvo presente en los aledaños de la Manifestación del #15M; un parásito habitual de nuestra renqueante Democracia. Siempre puntual a su cita, lamiéndose constantemente esas heridas tan profundas que están condenadas a no cicatrizar jamás. Bajo su óptica no hay otra opción posible que la de separar posturas y enfrentarlas a cara de perro, algo para lo que nunca pierde la ocasión. Partir el país en dos con su hacha. En su clasificación de españolitos no caben los claroscuros ni las medias tintas, su labor pasa por trazar una profunda línea en la tierra y disponer a cada uno en un bando. Podríamos pensar que en su particular tablero de ajedrez viviente hay cierta gradación ideológica entre las piezas, pero lo que le importa realmente al fantasma es, tan sólo, quien se disponga a cada lado de la brecha. Una vez dispuestas dichas piezas, el juego/la batalla dialéctica, no tarda en comenzar.

No es nuestro parásito aficionado a aburrirse o a perder el tiempo y es por ello que práctica múltiples pasatiempos. Gusta de intoxicar toda argumentación con simplismos, pues bien viene a su causa el etiquetado más prejuicioso. Diestro en lingüística, encuentra especialmente motivador triturar hasta el absurdo cualquier tipo de mensaje y ofrecerlo a la masa para su fácil ingesta. Rehuye las réplicas sesudas y extensas a las que de vez en cuando se enfrenta puesto que le dan dolor de cabeza. A fin de cuentas, piensa, el mundo no es tan complicado como algunos dicen.

Aficionado al turismo, gusta también de invadir cualquier parcela que pudiera parecer irrelevante lejos de su hábitat, el mundo político, para pasar por encima el recuerdo de su mano ensangrentada. No quedan libres de su yugo los usos, costumbres y tradiciones de esta España nuestra, sobre las que dispersa su gélido y caduco aliento. Amante del fútbol, de los toros, de las fiestas regionales, de las iglesias de los pueblos, del campo y la ciudad, de los estereotipos más rancios… en todas partes encuentra asideros para instalarse y pinchar con su vara al españolito de a pie. Ríe hasta que se le desencaja la mandíbula cuando descubre lo poco que tiene que espolear a muchos de ellos…

Fanático de las comunicaciones, dedica su tiempo libre a enervar al redactor extremista cuando prepara su artículo de opinión, a susurrar odio al apasionado locutor en su tertulia, a esparcir veneno por los media. Aplaude con ganas al tendencioso, al que siempre recuerda que puede contar con su inestimable apoyo. Procura además que nadie cometa la osadía de no tenerle en cuenta, ni que sea un poquito. A aquellos valientes les muestra el profundo rastro de la Transición, una purulenta y mal curada hendidura, un espectáculo de puntos mal cicatrizados y grapas oxidadas (y todavía no retiradas) que asoma por debajo de un diminuto y muy rasgado vendaje. Grita que no existe el perdón ni el olvido, remarca su omnipresencia y reclama su trabajado trono de la discordancia (no en vano, son años de tradicional oficio).

No es posible respirar en este país sin sentirle pegado al cogote.

La JMJ ha vuelto a insuflarle vida. Durante toda una semana ha paseado orgulloso por nuestro país, alimentándose de la ignorancia, del partidismo, de la falta de objetividad, de la torpeza de nuestros medios, del extremismo, de la ceguera de los que no son capaces de distinguir convicciones más allá de las propias. Se ha frotado los ojos de incredulidad al comprobar cómo la línea divisoria ya estaba trazada a su llegada y no hacía falta que clasificará españolitos, pues los españolitos se alistaban ellos solos en cada bando. Aquello le ha recordado a los viejos tiempos, los viejos y buenos tiempos en los que su labor era menos necesaria pues vivía en el corazón de la gente (y es que uno de sus “pecadillos” es la holgazanería, preferiría hacer menos y dedicarse a contemplar su obra). Viendo que su presencia era menos necesaria, decidió aprovechar su estancia en Madrid para ir al Museo del Prado a ver de nuevo aquel cuadro que hicieran en su honor.

Al darle un beso de despedida a Madrid le ha dicho dos cosas. Qué volvería muy pronto y que le hace mucha gracia que las Elecciones Generales sean, justo, el 20N. Mucha, mucha gracia. Madrid le ha visto irse con paso firme, riendo a carcajadas, con lagrimones en los ojos de la risa. Madrid juraría que cada vez ve más alto al fantasma.


La UTOPIA. Por el gran Ernesto Rodera

2 comentarios:

  1. "discernir entre la institución y el propio concepto de religión católica en sí, algo que entiendo además como profundamente personal"... eso no es catolicismo.

    Años y años de cismas y herejías han llevado al Catolicismo (religión) a identificarse con la Iglesia (institución).

    Si deseas vivir tu fe en privado no puedes se ser católico: si eres cristiano te queda el Luteranismo o el Calvinismo, por ejemplo. Y cruzar los dedos para que su Dios sea el verdadero.

    ¡Y enhorabuena por la serie de artículos!

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  2. He esperado a esta última parte simplemente para decir: chapó!!!

    Un abrazaco!!!

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