
Algo que ha expuesto de forma tan salvaje la conspiranoia más elevada y que nos acerca (ahora sí) a un inminente Fin de los Días, tenía que pasar por esta página. Aunque sea de puntillas. No esperéis encontrar en la edición de hoy de
Mundo Alocado nada nuevo de
Wikileaks. De hecho os invito a que dejéis de leer cualquier chorrada que tenga menos clase que un cable diplomático confidencial. Servidor, acostumbrado a rastrear de forma torpe cualquier conspiración de segunda, está exhausto. La avalancha de información y, sobre todo, la expectativa ante lo que se nos viene encima no podría hacerme más feliz. Olvidad esas
ikerjimenadas que nos hacen levantar media sonrisa como mucho. Olvidad a todos los papanatas que hablan y hablan sin demostrar realmente nada. Especuladores de la paranoia colectiva: dadnos hechos o cerrad la boca. Esto es porno duro.

Lo sorprendente, en cualquier caso, es que no hay sorpresa alguna. La ficción nos ha curtido para revelaciones como éstas y ahora vuelve a fundirse con la realidad.
Wikileaks es la película de espías y conspiraciones globales de moda. Si el
11-S supuso la traslación al mundo real de una escena de
Roland Emmerich o
Michael Bay, buscando la ESPECTACULARIDAD como la forma más eficaz de hacer llegar un mensaje,
Julian Assange es una suerte de
Jason Bourne de la nueva década. Seguimos contaminados por los medios hasta la médula y encima
Assange no puede tener mejores guionistas: buscado por la
Interpol, conocedor de secretos del más alto nivel y con el dudoso honor de ser el hombre vivo más odiado y temido por potencias tan enemistadas entre sí y con tan poco en común como
EE.UU y
Corea del Norte. ¿Quién quiere perderse esto? Sus aventuras pueden seguirse ahora mismo en tiempo real en cualquier periódico, en cualquier informativo, en la red, en
Twitter, donde os dé la gana. No hay evento mediático (real o ficticio) más apasionante ahora mismo. Si tuviera una casa de apuestas la timba consistiría en adivinar cuántos años de vida le quedan a este tipo y cómo va a ser asesinado. Algo que puede ocurrir mientras lees estas líneas. Eso si no nos despertamos un día y resulta que hemos asistido a la mayor campaña viral de todos los tiempos. ¡Que somos unos ingenuos!

Del siempre acertado Manel Fontdevilla
Hay muy pocas cosas en los documentos que he visto que lleguen a ofenderme realmente. La actitud es más cercana a confirmar una sospecha que a llevarme las manos a la cabeza, aunque sea con temas de los que no conocía nada. La avalancha de filtraciones va a conseguir (mejor dicho, tiene que conseguir) cambiar algo, pero no sé el qué. A mí me gustaría decir aquí y ahora que hagáis las maletas y os busquéis un bunker, que empieza la
Tercera Guerra Mundial. Que las relaciones diplomáticas internacionales han sido heridas de muerte, y etcétera. De momento lo que sí veo es que hay un varapalo implícito al periodismo de investigación, que lleva años asomándose tímidamente a temas que ahora se han puesto sobre la mesa de golpe y sin cortapisas. Fijaos cómo
El País está desbordado con todo el asunto, cómo va con pies de plomo para tratar según qué
cosas que nos afectan directamente. Yo les entiendo, como os he dicho me entran ganas de encerrarme un año entero en casa sólo para leer cada letra de esta última filtración, pero no se pueden poner puertas al campo. No ahora que queremos más.

La nueva camiseta del Che. Tus hijos perroflautas llevarán esto.
Un apunte: puesto que la historia es apasionante a todos los niveles tirad del hilo en sentido inverso. Dejad que las filtraciones sigan manando, poco a poco irán saliendo todas y nos cabrearemos (¡ojalá!) más o menos. De hecho mi estreno mediático imprescindible para 2011 ya está anunciado:
Wikileaks contra la Banca Internacional. Todo eso llegará, si no hay cambios de última hora en el guión y hay que sustituir a algún actor por defunción (o sufrimos una censura a lo
Saw VI). Lo que os quería recomendar es que husmearais en los inicios de esta saga, porque dentro de toda su grandilocuencia se encuentra una pequeña historia muy interesante y que está pasando a un segundo plano. Es algo así como el corto amateur que ha dado forma al
Blockbuster Wikileaks. Facturado con pocos medios y escasos actores, es un pequeño drama que obtuvo distribución internacional, sentando el precedente para lo que vino después. Protagonizado por un soldadito raso con acceso a donde no debía y mucho tiempo libre, por un hacker digno de admiración que le traicionará y por un codicioso activista de la red y periodista australiano que conseguirá la información deseada a cualquier precio. Su planeada secuela, un inminente juicio por desacato y traición de
Estado, se estrenará dentro de poco en vuestras pantallas. En todas ellas. ¿Quién necesita ficción ahora para evadirse del mundo real?