... ¿Por dónde empezar?
1.-Tengo que reconocer que cuando estos chicos estaban en la radio yo era algo así como un prototipo de fan. Los seguí durante una temporada porque era lo que se escuchaba en el trabajo que tenía por entonces y yo no tenía el monopolio de la radio. Comparado con lo que se ponía después, es decir, la dictadura de Los 40 principales, no podía quejarme mucho. Si los comparamos con su competencia directa, ese insulto a la inteligencia que era y es Anda ya, eran gloria bendita.
No guardaba por tanto mal recuerdo de ellos. En la época que los conocí estaba empezando a despuntar todo el rollo éste del Club de la Comedia y los monólogos y el referencialismo nostálgico, ese post-humor treintañero que después amplificarían (y de qué manera) los Chanantes. Tampoco es que me mataran, quiero decir, pero algo de gracia sí me hacían.
2.- La curiosidad me picó lo suficiente como para seguirles en sus inicios televisivos. Es complicado trasladar un formato de radio a televisión y como mínimo quería ver qué es lo que iban a hacer. Inicialmente me sorprendió la actitud del programa, les habían dado una franja horaria bastante mala e iban a tener que pelearla. En lugar de hacer algo insulso que provocara que los cancelaran a las 2 o 3 emisiones, que era lo que yo creía que iba a pasar, mostraron sus dientes desde el principio. Querían hacerse notar y pusieron sobre la mesa las señas de identidad que los definirían. Se aseguraron de que el programa tuviera, por encima de todas las cosas, personalidad. Y efectivamente: las hormigas peluche, la irritante sintonía, los bailecitos, la física for dummies, los tipos de las revistas, el culo-codo, el EGO de Pablo Motos... el programa comenzó a forjarse un carácter. Una filosofía: humor escatológico, básico, de patio del colegio, de pedorreta, presentado como el summun del humor inteligente. Muy al estilo de la cadena que los cobija, acostumbrada a imprimir grandilocuencia a cualquier chorrada que hacen. A darle la vuelta a los conceptos. En este caso, humor para niños vendido como humor para adultos. Simple y llanamente.
3.- No sé cuándo sentí que algo fallaba, pero cuanto más se acentuaban esos signos de identidad, más fuera de contexto me encontraba. El programa estaba creando fans, que es positivo, pero a mí no habían logrado captarme. De hecho me estaban expulsando, me sentía idiota viéndolos. Poco a poco comprobé que todo elemento externo al Sr. Motos y su séquito era secundario. Eso incluía, por supuesto, a los invitados. Muy posiblemente también al espectador. El hormiguero era SU programa, la marca de la casa era construir los chascarrillos infantiloides que le dan forma por encima de todo. Por encima, no lo dudéis, del supuesto reclamo principal: los invitados.
Entonces llegó el Caso Kyle XY. El programa invita a Matt Dallas, aparentemente para promocionar su serie que emite la cadena. El EGO de Pablo Motos explota. Conduce un espacio bochornoso en el que el actor está perdido en todo momento. Visiblemente incómodo. El gimmick es "jugar" de alguna manera con la barrera del idioma. Confundir al invitado, dificultarle la presencia en el programa. Construir chistes a su costa. Reirse DE él, no CON él. Humor de parvulario. Pablo Motos tan contento, ha hecho el programa que quería. Para sí mismo. Para nadie más. El presentador como estrella, la estrella como vehículo del presentador. Bill Murray en Lost in Translation. Nunca mejor dicho.
4.- Llegaron más. Estuvo Hurley, los Jonas Brothers, Stallone... más víctimas para Motos, su EGO & Cía. Despachados con la misma compasión. Alguno dio más juego que otro, pero no todos son Will Smith. De hecho la mayoría se inclina más por ser Matt Dallas. Con la mirada perdida, con ese nerviosismo tan patente, con esas ganas de que todo acabe de una vez. Con la sospecha de que todo el circo se construye a su costa. Jesse Eissenberg. Hay quien se sorprende ahora de los modos del Hormiguero porque el chico se lo ha chivado a Conan O' Brien. Nada más y nada menos.
Cuatro y Motos y sus mercenarios ya han contestado. Que lo lamentan mucho, que le pusieron buen jamón (sic). Que pueden revisar los guiones antes (¿En qué punto exactamente comentarán el tema de las traducciones a destiempo y las referencias extremadamente localistas que no van a ser entendidas por el invitado?). Que arrieritos we are Conan. Que no se sorprenda nadie a estas alturas: ha pasado antes, y va a volver a pasar.
¡Ah! Y que el chico es un soso.
5.- Dentro de unos años me gustaría sacar de contexto a un Pablo Motos decrépito y crepuscular. Enviarle a un programa de ésos japoneses extremos de pruebas absurdas y asquerosas. De ésos con colores estridentes y cabeceras epilépticas. Incrustarle un pinganillo que tenga que palpar cada cierto tiempo para ver si funciona. Darle vueltas y vueltas y más vueltas y dejarle en medio de un escenario circular. Que sea trending topic ese mismo día el #reirsedelospelirrojosconbarba. Que reciba un sonoro bukkake-carcajada 360º de las miles de personas allí presentes como bienvenida. Que sienta el concepto de superstar vejada, humillada, tratada como mierda. Que sienta además que no ha inventado nada, que estos orientales le llevan años de ventaja con sus pequeñas torturas de parvulario formato TV. Que lo que ha hecho hasta ahora, que lo que estáis haciendo ahora mismo Pablo y compañía, es una puta mierda deshonesta.
Quién sabe, de tanto apego que se tiene a sí mismo quizá termine cayendo en su propia trampa. Yo estaré esperando, no lo dudéis. Estaré esperando.